2005-07-11

Gastada...

Me descubro viajando a casa, con mis pies cansados y fríos, recorriendo el mismo camino infinito y gastado, con mis manos como garras sobre el volante que se vuelve esposas de una prisión de rutina.
Trato de fijar mi vista en el camino, pero no el de asfalto frente a mí, sino aquel camino que en un momento dejé de recorrer, donde algún semáforo o badén me detuvo. Trato de buscarme donde me quedé, para recobrarme.
Si quisiera, por ejemplo, podría ubicar el principio del fín en aquel día cuando te fuiste, y cuando yo morí con vos. Tanto tiempo viví sin alma y sin corazón, madre.
Ese día tajante caí en ese pozo sin retorno y sin intermedios, brutalmente negro y frío. Ese día murieron tantas cosas con vos.
Pero traté, traté de salir, con mis dedos sangrantes escarbando las paredes de piedra y mis lágrimas secas formando lagunas a mis pies.
Pasaron tantas cosas, madre, y tan pocas a la vez. Tantos triunfos tan ínfimos que me costaron tan tremendo esfuerzo. Y tantas derrotas feroces que no pude batallar siquiera.
Desde afuera todo parece tan normal para mí, madre, ahora. Ya nadie se preocupa, ya nadie teme por mí. Pero la verdad es que tengo tan pocos sueños y tan pobres ilusiones, y me he vuelto tan mediocre, madre, tan mediocre. Hoy me contento con tan poco, hoy me he vuelto tan básica. Lo realmente triste es que con ello me conformo, y cuando un atisbo de mi ser feroz de antes intenta despertarme lo ahogo miserablemente. Me escondo en etiquetas que eran elecciones y hoy son caretas del pasado en las que escondo mi nulidad.
Creo que la única razón por la cual no corro a reunirme con vos, madre, es por vergüenza. No podría mirarte a la cara siendo lo que soy hoy.

No hay comentarios.: