2005-12-02

Real

Yo sé que vos me entendés.
No es que una sea una mediocre, no. Porque yo no soy feliz mediocre, de eso estoy segura.
Pero poco a poco uno cuasi se conforma. Y no por conformista, sino simplemente... por menos idealista.
No sé como explicarlo. Pero sé que vos me entendés. Porque estoy segura de que no es conformismo.
Y es que uno se enamoró, de eso no quedan dudas. Se enamoró y mucho. Pero algo pasó. Quizá los celos, quizá las dudas o los reproches, quizá, la falta de novedad. Pero siempre algo pasa.
Y entonces aparece ese alguien parecido a la magia. Ese alguien que uno piensa que encontró casi milagrosamente. Esa completud que sabemos que no existe pero creemos que existe. Ese alguien que logra cortar el sueño y el aliento. Y uno casi se la juega, uno casi pone todas las fichas. Se encanta.
Pero es casi. Es casi.
Es casi porque ese alguien no tiene rostro ni olor, porque ese alguien no te abrazó nunca cuando la angustia te nubló o simplemente cuando giraste entre sueños buscando el calor familiar al otro lado de tu cama.
Ese alguien tan perfecto pero que no se tira pedos o no se ríe cuando en un ataque de espontaneidad bailás ridículamente. Ese alguien que podría ser tan perfecto pero no es quien tolera tu idiotez o tu desgano de hablar antes de dormir.
Y uno retorna al conocido viejo calor del lado de la cama, y a esa voz tan hermosa, no nueva, pero hermosa. A lo que amó y no es nuevo, pero es amado.
Y a veces, en un rapto de locura, quisiera compartir esa voz segura con ese alguien mágico, conjurando una pócima de espontaneidad demasiado mal entendida. Gracias a Dios existe el tiempo real entre querer hablar y hablar. Lástima por lo que se pierde de magia. Gracias por lo que se evita de juego. (Al margen).
Quizá esto que escribo sea una revelación, o quizá sea un homenaje y siquiera sé a quien. A lo mejor a vos, por estar a mi lado. O a vos, que sabés de lo que hablo. Porque quizá tu calor sería mil veces más fuerte en mi lado de la cama, y así tu tolerancia, y tus risas ante mi paso de Fiebre de Sábado por la noche.
Pero hoy es otra persona quien me espera somnolienta y quien me hizo de comer porque yo estaba cansada.
Y sé que es esa otra persona quien te llamó y sabe tus pasos y olores y cansancios.
Y quizá no sos menos. Y quizá no soy menos. Pero hay un solo lugar, y alguien está ocupándolo. Por primero, por amado, por conocido, o porque quizá no supimos jugar bien las cartas.
Vos me entendés. Vos también sos felíz y amás y no sos mediocre.
Pero estas líneas las podrías haber escrito vos, también. Sabés de lo que hablo. Y también sos felíz. Y no sos mediocre tampoco.
Esto es realmente lo que llamamos amor.
Esta sensación de amor y de renuncia al mismo tiempo.
Duele también lo que perdemos.