2005-09-14


Los invito a conocer uno de mis dos lugares en el mundo.Es en Mendoza, en una zona conocida como Vallecitos, a 80 kilómetros de la ciudad.
La foto está tomada desde La Veguita, precisamente una gran vega recorrida por un arroyo. Siempre está muy verde y en primavera es posible encontrar muchas flores que le dan un colorido muy particular para la aridez mendocina.
Los cerros que se vislumbran atrás son Cº Vallecitos (el del centro al fondo) y Cº Rincón (el que tiene el gran planchón de nieve llegando a la cumbre, hacia la derecha del anterior).
Desde la Veguita se ven las estrellas como un manto que se agiganta y te envuelve infinitamente, miles y miles de pequeñas luces que te encantan y hacen que no puedas dejar de mirarlas.
Allí una luna llena te invita a caminar sin linterna, descubriendo fantasmales formas en cada roca y centímetro de tierra.
Los vientos soplan tan fuerte que se llevan hasta la más mínima de tus preocupaciones y te dejan limpio, con el corazón y los pulmones claros para respirar su pureza.
Las nieves son etéreas, absolutamente inmaculadas, como una virgen que abre su inocencia a tus pasos, y entonces tu andar se hace más y más delicado, porque no deseas lastimar su pureza.
Los días son el equilibrio perfecto entre el sol y la tierra, el viento y la calma, el frío y el calor, y todo eso te lleva a encontrar tu propio equilibrio. Las noches son el frío y el silencio extremo, la oscuridad y la calma absolutas.
Allí subí el primer cerro de 6000 mts y lloré de la emoción. Allí también hice mis primeras y mejores experiencias en la montaña, viviendo cada minuto al máximo, llegando a ese momento en que todo se reduce a la supervivencia, cuando tu vida se vuelve tan clara, y todo se vuelve superfluo menos lo fundamental.
Allí pasé la primera noche con la persona que más amé en mi vida.
Allí debo ir, para encontrarme, en esas nieves y esas cumbres y ese aire tan limpio y esas noches silenciosas y ese silencio sin vicios. Allí debo ir.