Mi vida es una gran tristeza. Podría perfectamente ser la protagonista de alguna película de Woody Allen, pero no creo, sería un fracaso de taquilla. De hecho eso es mi vida, un fracaso.
Mis amigas se van a esquiar mañana, me llaman para preguntarme el precio de los medios de elevación, el estado del tiempo, ofrezco equipo, lentes, explico cosas, sé que me llaman porque saben que esquío. Pero no me invitan. Tan poca cosa soy? Soy la estúpida que “prestame la campera que no llegué a alquilar” pero no suficiente persona para ir con ellas?
Lo acabo de decidir, la gente me ha dado demasiadas desilusiones. Me declaro absolutamente en ESTADO DE SOLEDAD.
La próxima vez que me llamen para “que me prestes $45 para hacerme un piercing”, o “bancame esta noche que estoy sola y triste”, el capítulo de la tercera temporada de Friends que ya ví diez veces va a ser razón suficiente para decir “De mi parte, podés irte a freír espárragos". O algún capítulo de Seinfeld, o un documental acerca de cómo las amebas se reproducen, me da igual. Lo que sea me esté atrayendo mínimamente en ese particular momento.
Es así que empezaré a hacer cosas absolutamente SOLA. Complicado, desde ya vamos dejando de lado escalada en roca y squash.
Pero a ver si de una vez tengo los cojones para agarrar mi carpa e irme al medio de la montaña sola, que me sobra para sobrevivir con lo que sé y lo que tengo!
No puedo permitir NUNCA MÁS que me amarguen un sábado a la noche de esta manera. No soy repuesto ni tienda de alquiler de nadie, joder! Pero es mi culpa, yo me puse en ese lugar, siempre tan predispuesta a ayudar al que me necesite.
Pues ahora que busquen en la coña, porque no atiendo más el teléfono.
Que esta absoluta soledad en el alma que siento desde que mi madre murió se patentice en mi vida y ya, a vivir así, que llevo casi ocho años haciéndolo, buscando cariño de pena.
Y si me quieren, bienvenido, y si no, no los necesito. Lo declaro.
Si sobrevivo, si logro autosostenerme, seguramente encontraré por el camino gente mucho más valiosa que idiotas que sólo se acuerdan de mí cuando puedo serles útil.